Camino...
Camino indiferente a los problemas de los demás, eso hacen ellos, son indiferentes a los míos, no me interesan ni les intereso. No me siento seguro, siento que alguien viene tras de mí, y no puedo voltear a ver, no puedo llamar mucho la atención en mi situación. Sigo caminando, veo todo, a todos, y sin embargo no veo nada, y sigo caminando, camino sin parar. Siento un objeto que punza mi abdomen y despierto, abandono el escape de mi realidad, pero sigo caminando, no puedo explicar lo que está sucediendo, sólo camino… Mi destino está sellado; sé que hoy moriré, pero no sé a manos de quién. Camino, no paro de caminar, una parte de mí dice que voltee y mire su rostro, así sabré quién puso fin a mi camino, pero otra me grita que no lo haga; y como siempre... Tomo la mala decisión, intento voltear, y al instante ese objeto se introduce en mí, sonríe demencialmente porque su sed al fin será saciada. Sigo caminando, no puedo parar de caminar, aún con un puñal en mi abdomen... Cambio de plan, quiero correr, huir, salvar la poca vida que queda en mí, pero simultáneo a mi desesperado pensamiento el objeto se introduce más, me estremezco, pero no puedo parar de caminar. Camino… Sigo caminando; no entiendo nada, sigo viendo a todo y a todos, veo golpes y besos, amor e ira, y un arrume de sinsabores que se abre paso a mi camino indiferente al mío, sigo caminando, no quiero durar más con la incertidumbre, sólo tengo la esperanza que esto sea un sueño, y que al abrir los ojos, o al cerrarlos, mi viacrucis termine. Sigo caminando, y logro ver indiferente la vida ajena, ellos también son indiferentes, es invisible a sus ojos el rastro de mi sangre en el pavimento, el esbozo de sonrisa de la cuchilla que me aprieta a cada paso, no me preocupa ya, camino por inercia, sólo camino y ya, es lo único que siento poder hacer… Caminar. Aunque dudo que siga mucho tiempo más en mi labor. El dolor cada vez se hace más fuerte, me siento débil, miro al cielo, con el mismo desdén que Él a mí, no nos importa nada en lo absoluto del otro, sólo observar. No aguanto más, intento voltear de nuevo, pero el objeto se retuerce en mi intestino, y con él también yo, grito de dolor, siento un vacío en mi estómago, algo emana de mí... Me pregunto qué podrá ser, pero no puedo mover ya mi cabeza, está sujetada a mi temor, intento gritar, pero no puedo, me ha consumido el coito que tienen mi desesperación y mi falta de interés… Sólo camino, camino y miro todo a mi alrededor, miro las batallas que libra mi prójimo con dulzura, logro ser medianamente consciente de aquello que la gente evita mirar… Siento que me acerco a mi destino y pierdo la noción de mí mismo por un momento, y consigo fugarme de la verdad por un momento… Efímero como una risa hipócrita, aunque eterno el dolor de lo que siento y sé que es real. De pronto dejo de caminar y vuelvo en mí, caigo suavemente, como un diente de león esperando ser llevado con el viento al horizonte, pero el suelo es contundente y el sonido de mi último grito estridente, me despierta a mí mismo con horror y siento la vida fluyendo hacia mi exterior, la resignación y dos dedos malolientes se clavan en mis ojos y no vuelvo a ver… Ahora sé dónde estoy, sé dónde me encuentro. Ya no me puedo mover, sólo puedo pensar y sentir… Logro escuchar con dificultad pasos alejarse y siento varias cosas caer junto a mí… Y como un disparo la verdad me activa y me fulmina. El viaje a la estación del tren, así como mi vida... Han culminado
Camino indiferente a los problemas de los demás, eso hacen ellos, son indiferentes a los míos, no me interesan ni les intereso. No me siento seguro, siento que alguien viene tras de mí, y no puedo voltear a ver, no puedo llamar mucho la atención en mi situación. Sigo caminando, veo todo, a todos, y sin embargo no veo nada, y sigo caminando, camino sin parar. Siento un objeto que punza mi abdomen y despierto, abandono el escape de mi realidad, pero sigo caminando, no puedo explicar lo que está sucediendo, sólo camino… Mi destino está sellado; sé que hoy moriré, pero no sé a manos de quién. Camino, no paro de caminar, una parte de mí dice que voltee y mire su rostro, así sabré quién puso fin a mi camino, pero otra me grita que no lo haga; y como siempre... Tomo la mala decisión, intento voltear, y al instante ese objeto se introduce en mí, sonríe demencialmente porque su sed al fin será saciada. Sigo caminando, no puedo parar de caminar, aún con un puñal en mi abdomen... Cambio de plan, quiero correr, huir, salvar la poca vida que queda en mí, pero simultáneo a mi desesperado pensamiento el objeto se introduce más, me estremezco, pero no puedo parar de caminar. Camino… Sigo caminando; no entiendo nada, sigo viendo a todo y a todos, veo golpes y besos, amor e ira, y un arrume de sinsabores que se abre paso a mi camino indiferente al mío, sigo caminando, no quiero durar más con la incertidumbre, sólo tengo la esperanza que esto sea un sueño, y que al abrir los ojos, o al cerrarlos, mi viacrucis termine. Sigo caminando, y logro ver indiferente la vida ajena, ellos también son indiferentes, es invisible a sus ojos el rastro de mi sangre en el pavimento, el esbozo de sonrisa de la cuchilla que me aprieta a cada paso, no me preocupa ya, camino por inercia, sólo camino y ya, es lo único que siento poder hacer… Caminar. Aunque dudo que siga mucho tiempo más en mi labor. El dolor cada vez se hace más fuerte, me siento débil, miro al cielo, con el mismo desdén que Él a mí, no nos importa nada en lo absoluto del otro, sólo observar. No aguanto más, intento voltear de nuevo, pero el objeto se retuerce en mi intestino, y con él también yo, grito de dolor, siento un vacío en mi estómago, algo emana de mí... Me pregunto qué podrá ser, pero no puedo mover ya mi cabeza, está sujetada a mi temor, intento gritar, pero no puedo, me ha consumido el coito que tienen mi desesperación y mi falta de interés… Sólo camino, camino y miro todo a mi alrededor, miro las batallas que libra mi prójimo con dulzura, logro ser medianamente consciente de aquello que la gente evita mirar… Siento que me acerco a mi destino y pierdo la noción de mí mismo por un momento, y consigo fugarme de la verdad por un momento… Efímero como una risa hipócrita, aunque eterno el dolor de lo que siento y sé que es real. De pronto dejo de caminar y vuelvo en mí, caigo suavemente, como un diente de león esperando ser llevado con el viento al horizonte, pero el suelo es contundente y el sonido de mi último grito estridente, me despierta a mí mismo con horror y siento la vida fluyendo hacia mi exterior, la resignación y dos dedos malolientes se clavan en mis ojos y no vuelvo a ver… Ahora sé dónde estoy, sé dónde me encuentro. Ya no me puedo mover, sólo puedo pensar y sentir… Logro escuchar con dificultad pasos alejarse y siento varias cosas caer junto a mí… Y como un disparo la verdad me activa y me fulmina. El viaje a la estación del tren, así como mi vida... Han culminado
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